» Aunque también allá existe una consabida minoría enferma de indiferencia. Hay tíos y abuelos, verdaderos y postizos. Algunos de ellos virtuales, en esta era de computación y tecnología. ¿Puede usted creer, doctor? Algunas veces me pongo a pensar y se me ocurre como una familia utópica. Y no porque se me antoje ideal, ¿sabe? Sino porque todo el mundo trata, intenta, procura con obstinada determinación, lo que no es fácil, doctor.
» Tratan de amalgamarse a la convivencia en grupo, que es lo más diametralmente opuesto que puede haber, tanto en sueños como en la realidad, a nuestro natural egoísmo personal. Y aquel que no puede intentar, impedido por cualquier limitación personal, es igualmente protegido e integrado a la familia, porque saben que lo necesita, aunque no lo demuestre en forma manifiesta. ¿Qué opina, doctor? ¿Usted cree que habrá algo que se pueda hacer para que estos sueños cesen?
El médico, sumido en profunda reflexión, respondió de manera abstraída, casi ausente, ponderando cada palabra:
—Tal vez, tal vez... Pero no veo que usted padezca de alguna dolencia grave. Más bien considero que es realmente muy afortunado, señor Ronoele. Pero hizo muy bien en venir a la consulta. De esa forma tuvo la ocasión de contar sus sueños, sin guardarlos para sí mismo, y yo la preciosa oportunidad de escucharlos. Se lo agradezco sinceramente. Por otra parte, no creo que verdaderamente quiera dejar de tener esos sueños, mi amigo. No lo creo ni por un instante.
![]()
**Para seguir el trabajo de Don Fobio, le anexamos los enlaces donde escribe:
http://www.letrasyalgomas.com/forum
http://literaturadefogon.blogspot.com/